FAMILIA Y EDUCACION

FAMILIA Y EDUCACION
Cecilia Arevalo Dinamarca
Resumen.
En está monografía se pretende hacer una reflexión sobre aquellos aspectos que marcan la relación entre padres y maestros – familia y escuela – en la difícil tarea que ambos les conciernen: la educación de los hijos
Manifestando lo necesario que es la plena interacción entre el centro educativo y la familia la cual es de gran ayuda para el logro de mayores y mejores resultados en la formación de los niños y niñas.
El comportamiento de los padres para con los maestros y con sus hijos determina el desarrollo del individuo.

Abstract.
This monograph is intended to reflect on those aspects that make the relationship between parents and teachers - family and school - in the difficult task that concern them both: the education of children Expressing the need for full interaction between the school and the family which is of great help to achieve greater and better results in the formation of children. The behavior of parents with teachers and with their children determines the development of the individual.













Un rápido análisis nos permite afirmar que, hace unos pocos años, las familias contaban con elementos de solidez propios muy superiores a los actuales: tenían unas con, Ficciones más profundas, mayor estabilidad, menor estrés, más miembros y mayores oportunidades de interacción entre ellos, etc. En la actualidad, las familias, a pesar de sus mejores niveles de formación y educación, están más afectadas por influencias sociales negativas propias de la sociedad occidental y son más débiles en su estructura, encontrándose inmersas, en muchos casos, en problemas reales que afectan a su estabilidad. Carencia de ideales claros de vida, dificultades de convivencia o ruptura del matrimonio, etc. Esas familias necesitan más que nunca ayuda en su acción educativa profunda, y deben encontrar colaboración en el ámbito escolar, dentro de un marco de confianza.
La peculiar relación existente entre escuela y familia, exige de ellas una exquisita coordinación. Del mismo modo, la necesidad de personalización para una verdadera formación, y la reciprocidad de la relación establecida, solicitan crecientes grados de participación y comunicación entre ambas instituciones.
Una relación de confianzaPadres y Maestros
Son los padres quienes gozan de esa relación de intimidad única que exclusivamente se da en el seno de una familia y que permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda, orientación, soporte, etc., que influyen y modifican los comportamientos de todos sus miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son educados.
Son, asimismo, los padres quienes están en mejores condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el crecimiento en autonomía de sus hijos y, por tanto, la madurez: un crecimiento en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera armónica, cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos y errores.
Características de larelación Familia-Escuela
El principio de subsidiariedad es el que marca esta relación. Es la familia quien tiene el derecho-deber de la educación.

Son los padres quienes tienen la posibilidad de decidir acerca de las cuestiones esenciales: más, a medida que los hijos son menores.

Son los padres quienes eligen el centro educativo, sobre todo en las etapas de Educación Primaria y Secundaria. Ayudan a los hijos también a elegir los amigos al situarles en determinados contextos sociales, don, de se entablan las relaciones de amistad.

Son los padres quienes, como consecuencia de su estilo de vida, relaciones, conversaciones, juicios, etc., van creando una cultura familiar que es clave en todo el proceso de maduración de la persona, de tal manera que muchos de los referentes en la toma de decisiones de las personas adultas se basan en actitudes y valores adquiridos en los primeros años de vida.

Son los padres quienes gozan de esa relación de intimidad única que exclusivamente se da en el seno de una familia y que permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda, orientación, soporte, etc., que influyen y modifican los comportamientos de todos sus miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son educados.

Son, asimismo, los padres quienes están en mejores condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el crecimiento en autonomía de sus hijos y, por tanto, la madurez: un crecimiento en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera armónica, cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos y errores
Y es al elegir la escuela cuando la hacen partícipe de sus deseos, ideales, valores y objetivos educativos, aunque con frecuencia no los tengan ellos mismos suficientemente definidos o explicitados.
Establecen los padres con la escuela una particular relación de confianza, mediante la cual delegan autoridad, funciones, objetivos familiares, etc., en la institución a la que confían sus hijos.
La relación que se entabla entre familia y escuela es tan peculiar que sólo cabe situarla en el marco de la confianza- es la escuela, corno parte de la familia, una prolongación suya, adquiriendo así su pleno sentido.
Esa relación de confianza es la que determina, matiza y da forma al binomio familia - escuela, que debe estar marcado por una actitud de responsabilidad compartida y complementaria en la tarea de educar a los hijos. Ello implica una verdadera relación de comunicación donde padres y maestros establezcan una vía abierta de información, de orientación, sobre la educación de los hijos, constructiva y exenta de tensiones por el papel que cada uno de ellos desempeña.
En este sentido, la familia debe tener una actitud activa y participativa, más allá de las aportaciones puntuales de información sobre los hijos, en la medida que lo requieran los maestros: esto es, trabajar conjuntamente en la orientación de la persona en orden a un proyecto común de educación.
Si no se produce ese acuerdo previo sobre cómo y para qué queremos educar a nuestros hijos, la disfuncionalidad en la relación padres-maestros y en el mismo proceso educativo, estará asegurada. Una escuela no puede limitar su actividad a los campos que sean de su exclusivo interés, sin atender a las necesidades de la familia. Esa peculiar relación de confianza-servicio es característica de la escuela, particularmente en los niveles de Primaria y Secundaria. (1).
En la edad escolar, los patrones generales de influencia de las prácticas educativas de los padres sobre la autoestima, dependencia, motivación de logro del niño, etc., continúan siendo válidos (con referencia a la edad preescolar).
Encontramos continuidad, por ejemplo, en el hecho de que los niños educados en ambientes democráticos siguen manteniendo las características positivas detectadas en los años preescolares; si además los padres han mantenido exigencias de conducta madura y una consistente exigencia de cumplimiento de reglas, la capacidad de los niños para tomar iniciativas, asumir el control de situaciones y esforzarse en las actividades cotidianas, es aún mayor.
Si en la familia, durante la etapa preescolar el niño ha resuelto la problemática de conquistar un lugar propio, no interfiriendo las relaciones entre sus padres u otros miembros adultos de su grupo familiar , lo que le conduce a no tener una relación de competencia (en la que compite con uno de ellos en tanto gana el favor del otro) ; es decir, supera con ayuda de los padres, una relación lineal con estos; por una relación triangular, llega a la escuela con todos los poros abiertos para aprender todo lo nuevo que le espera. La competencia legítima es con sus iguales para ganar un lugar entre ellos y situarse de un modo auténtico en el grupo escolar; así puede lograr mejores habilidades sociales que lo sitúan en el lugar de los niños que tienen éxito en la escuela.
Generalmente los padres que puedan lograr esta triangulación son los que facilitan el tránsito hacia el nuevo espacio escolar. (1).
Influencia de la Familia sobre el desarrollo de los escolares. Por Lic. Cibeles Lorenzo Viego. Psicóloga.

De todos modos, y con variantes respecto a etapas anteriores, la familia es claramente el primer contexto de aprendizaje para las personas, en este sentido, es importante aclarar que en su seno aprenden no sólo los niños sino también los adultos. En la familia se ofrece cuidado y protección a los niños, asegurando su subsistencia en condiciones dignas. También ella contribuye a la socialización de los hijos en relación a los valores socialmente aceptados.
Las familias acompañan la evolución de los niños, en el proceso de escolarización, que es la vía excelente para ir penetrando en otros ámbitos sociales diferentes a la familia. Esta, a través de estas funciones apunta a educar a los niños para que puedan ser autónomos, emocionalmente equilibrados, capaces de establecer vínculos afectivos satisfactorios. (Dra. María del Luján). El niño aunque tenga hermanos mayores, se considera el centro de la familia. Desde los tres años empieza a descubrir el mundo exterior. Progresivamente se enfrentará a los demás, aprenderá a pensar en ellos y a jugar y trabajar en común. El pequeño deberá afirmar su imagen, y establecer una relación equilibrada con sus padres y con su familia, por medio del ensayo de su personalidad en el contacto con los demás, de la experimentación de su cuerpo, su inteligencia y sus posibilidades en un mundo que ya no es su pequeño espacio protegido.
«La escuela es el universo de la primera socialización.» La enseñanza preescolar representa un papel de primer orden en la educación y el desarrollo del niño. Incluso, se llegan a dar casos en los que la escuela se convierte en el único universo, el único rincón de afecto de niños ignorados en sus casas.
Los trabajos realizados en el centro de educación inicial, ayudan al desarrollo del niño. Un profesor experimentado está en mejores condiciones que los propios padres para detectar alguna dificultad motriz o psicológica, y puede orientar a los padres acerca de las acciones a tomar
En el aspecto social, el niño descubre allí un mundo en miniatura, en el que hay individuos tranquilos y violentos, niños y niñas. Aprenderá a defenderse por sí solo sin la protección de su madre. A ello hay que añadir los efectos benéficos de la escuela en el terreno del lenguaje. El niño se ve obligado a hacer el esfuerzo necesario para que le comprendan sus compañeros. Ante todo, porque los niños de su edad no entenderán las palabras incorrectas o mal pronunciadas, a las que sus padres ya están acostumbrados. Pero también porque estos mismos niños se burlan de los que hablan como un bebé y se tendrá que esforzar por hablar como «un mayor».
Actitud familiar frente a la escuela
El niño de cuatro años debe empezar a ir a la escuela. De sus padres depende que el pequeño continúe deseando ir a la escuela o que acepte empezar a ir sin problemas.
El primer día es importante. Debe prepararse con bastante antelación, no comprando todo tipo de accesorios caros e inútiles, sino manteniendo una actitud favorable frente a la escuela.
Desde dos o tres meses antes, los padres deben hablarle al hijo de su próxima entrada en la escuela, hablándole de lo que hará allí, de sus compañeros, de sus amigos y amigas, etc. Al mismo tiempo, la madre debe reflexionar acerca de la entrada en la escuela de su hijo para considerarla como un paso en la evolución de su hijo o de su hija, como cuando empieza a andar, por ejemplo, y no vivirlo como una separación.
Cuando llegue el gran día, conviene que los padres acompañen juntos a su hijo hasta la escuela, aunque a partir del día siguiente sea uno de ellos el que se vaya a encargar de llevarle. Es previsible que el niño esté emocionado. Puede que ya sea lo suficientemente mayor como para ocultar la emoción; los padres también deben serlo. Puede que, por el contrario, sea pequeño y se asuste en el momento en que se quede sin sus padres. Esta despedida debe hacerse lo más breve posible, y en la mayor parte de los casos el niño se olvida enseguida.
Si el niño llora todos los días o se niega a ir a la escuela incluso después de un día fácil, habrá que actuar en función de su edad. Si tiene cuatro años o más, habrá que insistir, aunque a esta edad es muy raro el rechazo. Si tiene menos de cuatro años, y sobre todo si tiene dos años y medio, no se debe insistir más de una semana. Puede que aún no esté listo para ir a la escuela. Es mejor renunciar por este año y aplazar para el siguiente el ingreso. Se le puede ir preparando con actividades de grupo a lo largo de este período.

Las relaciones con la maestra
Para el niño la maestra es un ser especial, admirada por lo que sabe, respetada, pues puede ser tan severa o más que la madre, y se le hace más caso. Pues se dedica exclusivamente a ocuparse de los niños y a jugar con ellos. El niño que se adapte bien a la escuela hablará con sus padres de su maestra y le contará, a su vez, a la maestra acontecimientos de la vida familiar. No debe sorprender esta falta de discreción. Cuando menos separados estén la escuela y el hogar. Mejor irá todo, pues estos dos mundos diferentes, estos dos polos de la vida del niño. son complementarios y ninguno puede sustituir al otro.
Para los padres la maestra no debe ser una rival. Antes bien, deben alegrarse de que su hijo quiera a la maestra y deben mantener con ella lazos estrechos. Conviene hablar con ella quince días antes de la entrada y una vez al trimestre, para saber si el niño se adapta bien y conocer su opinión.
Si se producen problemas, la maestra sabrá indicar a los padres lo que haya observado. Estos deben tener siempre en cuenta su opinión, pues está preparada para conocer el carácter, los problemas o las dificultades de de los niños que tiene a su cargo, gracias a su trabajo, y puede que hasta por las confidencias que un niño puede atreverse a hacer en el colegio.
Actitud familiar frente a la escuela
El niño de cuatro años debe empezar a ir a la escuela. De sus padres depende que el pequeño continúe deseando ir a la escuela o que acepte empezar a ir sin problemas.
El primer día es importante. Debe prepararse con bastante antelación, no comprando todo tipo de accesorios caros e inútiles, sino manteniendo una actitud favorable frente a la escuela.
Desde dos o tres meses antes, los padres deben hablarle al hijo de su próxima entrada en la escuela, hablándole de lo que hará allí, de sus compañeros, de sus amigos y amigas, etc. Al mismo tiempo, la madre debe reflexionar acerca de la entrada en la escuela de su hijo para considerarla como un paso en la evolución de su hijo o de su hija, como cuando empieza a andar, por ejemplo, y no vivirlo como una separación.
Cuando llegue el gran día, conviene que los padres acompañen juntos a su hijo hasta la escuela, aunque a partir del día siguiente sea uno de ellos el que se vaya a encargar de llevarle. Es previsible que el niño esté emocionado. Puede que ya sea lo suficientemente mayor como para ocultar la emoción; los padres también deben serlo. Puede que, por el contrario, sea pequeño y se asuste en el momento en que se quede sin sus padres. Esta despedida debe hacerse lo más breve posible, y en la mayor parte de los casos el niño se olvida enseguida.
Si el niño llora todos los días o se niega a ir a la escuela incluso después de un día fácil, habrá que actuar en función de su edad. Si tiene cuatro años o más, habrá que insistir, aunque a esta edad es muy raro el rechazo. Si tiene menos de cuatro años, y sobre todo si tiene dos años y medio, no se debe insistir más de una semana. Puede que aún no esté listo para ir a la escuela. Es mejor renunciar por este año y aplazar para el siguiente el ingreso. Se le puede ir preparando con actividades de grupo a lo largo de este período.

Las relaciones con la maestra
Para el niño la maestra es un ser especial, admirada por lo que sabe, respetada, pues puede ser tan severa o más que la madre, y se le hace más caso. Pues se dedica exclusivamente a ocuparse de los niños y a jugar con ellos. El niño que se adapte bien a la escuela hablará con sus padres de su maestra y le contará, a su vez, a la maestra acontecimientos de la vida familiar. No debe sorprender esta falta de discreción. Cuando menos separados estén la escuela y el hogar. Mejor irá todo, pues estos dos mundos diferentes, estos dos polos de la vida del niño. Son complementarios y ninguno puede sustituir al otro.
Para los padres la maestra no debe ser una rival. Antes bien, deben alegrarse de que su hijo quiera a la maestra y deben mantener con ella lazos estrechos. Conviene hablar con ella quince días antes de la entrada y una vez al trimestre, para saber si el niño se adapta bien y conocer su opinión.
Si se producen problemas, la maestra sabrá indicar a los padres lo que haya observado. Estos deben tener siempre en cuenta su opinión, pues está preparada para conocer el carácter, los problemas o las dificultades de de los niños que tiene a su cargo, gracias a su trabajo, y puede que hasta por las confidencias que un niño puede atreverse a hacer en el colegio. (1).












(1)El niño, La Familia y la Educación inicial. Olga M. Salaverry. Psicóloga
La educación es un proceso complejo que se da en la interacción entre profesor – alumno y familia, cumpliendo cada uno desde su propia realidad el rol que les corresponde en este proceso de formación. (1)
Desde la perspectiva de la sociología, la familia es reconocida como una institución universal y la única, además de la religión, que aparece formalmente desarrollada en todas las sociedades. (2)
Desde el punto de vista de la teoría de la socialización, la familia aparece como el primer y más importante agente socializador dada su condición de grupo primario con vínculos emocionales íntimos, intensos y durable; los que no sólo constituyen los prototipos de lazos subsiguientes, sino también, son la base del desarrollo emocional adecuado para el niño de acuerdo a los planteamientos de Elkin. (3)
Ser educadores no es fácil; será fácil si somos y nos sentimos educadores. Frente a lo anterior fue preocupación el nivel de escolaridad de los miembros del hogar de los alumnos como uno de los elementos esenciales en la formación de éstos y del proceso Enseñanza Aprendizaje.
“Es efectivo que muchas Tareas para la casa se malogran debido a los factores que no siempre son controlados por el profesor, tales como el ambiente hogareño y libertad para hacer las Tareas para la casa”.
“Es efectivo que las tareas para la casa a menudo causan problemas, que afectan no sólo al alumno que las recibe y al profesor que las da, sino que en muchos casos afectarían a los padres por el hecho de que fuera del profesor, el niño requiere la asesoría de adultos que lo rodean en el hogar, padres y otros parientes mayores. Los problemas aparecen cuando los familiares no quieren o no pueden ayudar a sus niños en las Tareas”. (4)




(1)Hiplan, German “Familia y Educación”. Ediciones Universidad Católica del norte 1995, programa de Educación a distancia.
(2)Horton, Paul y Horton Robert, coult. “Introducción a la Sociología”. México/ Buenos Aires. Centro Regional de Ayuda Técnica. El Ateneo 1973, Capítulo 9.
(3)Elkin Frederick “El niño y la sociedad” edit. Paidós Buenos Aires 1981.
(4)Influencia del nivel de escolaridad de los miembros del hogar de los alumnos, en relaciona la cooperación proporcionada en las tareas escolares. (TESIS).




Conclusión
Este trabajo a albergado en mi grandes satisfacciones al investigar sobre la influencia de la familia en la educación e concluido que como educadoras deberíamos todas tener una especialización o un ramo acerca de mediación familiar ya que no es un trabajo fácil de realizar y es muy importante para el logro de nuestros objetivos para con los niños y niñas. Si queremos que todo funcione bien dentro de nuestro centro educativo del que somos participe hay que tener una intima relación con la familia y para esto se debe tener conciencia de lo que es el trabajo con padres de su importante labor.